En esta exposición Elizabeth Aro (Buenos Aires, 1961) resalta la idea de alteridad a través de la reflexión en la existencia de otros rostros, otras costumbres y otras lenguas. La exposición se divide en dos partes, una que habla de la luz y otra de la oscuridad, de manera que la muestra se centra en el diálogo entre dos instalaciones complementarias. En la primera sala, la artista realiza planteamientos escultóricos y presenta una gran bola de fieltro de aproximadamente de 2,5 m. de diámetro, que permanece colgada del techo. La gran bola refleja el mundo, que se cae hacia el sur, pierde progresivamente el orden y se resquebraja. La segunda sala, enfrenta al espectador a la oscuridad, domina el negro de las paredes que contrasta con las fotografías en color de cuerpos dramáticamente iluminados. Aunque se trata de seres contemporáneos, sus poses y expresiones recuerdan a las figuras de la pintura clásica, como los apóstoles o los ángeles.
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