Personnage devant un paysage (Personaje delante de un paisaje)

En torno al cambio de década de los sesenta, la pintura de Joan Miró comienza a caracterizarse por ofrecer una expresión plástica intencionadamente esencialista y libre. En Personnage devant un paysage (Personaje delante de un paisaje, 1963), la figura se define por trazos vigorosos en negro, mientras que el paisaje, conectado con el cosmos, se traduce en el uso del color. Miró persevera en el tema característico de su obra final, el de la figura y el paisaje, que también trasladó a su escultura, concebida en muchas ocasiones para ser situada al aire libre. Una temática que se singulariza por medio de unos personajes surgidos de su desbordante imaginación plástica que se erigen ante el paisaje y se conectan con el universo. El escritor Jacques Dupin parece describir obras como esta cuando escribe que la pintura de Miró despliega un espacio habitable en el que confluyen los seres y las cosas, donde se producen encuentros, cambios y metamorfosis, propios del lugar transitorio y móvil que es la tierra. Personnage devant un paysage está realizada sobre cartón sin preparación, al igual que un conjunto de obras similares de entre 1959 y 1965; obras que ponen de manifiesto el interés del pintor por los materiales artísticos más sencillos y por las posibilidades expresivas de una grafía reducida.

Carmen Fernández Aparicio

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