Masculinidades sicalípticas

Capítulo 4. Radio Sicalipsis (un equilibrio inverosímil)


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PublicaciónMartes, 5 Marzo, 2024
IdiomaEspañol
Agradecimientos Antonio A. García (Universidad Complutense de Madrid) Idea, guion y dirección: Gloria G. Durán (Universidad de Salamanca) Investigador invitado al programa: Antonio A. García Realización sonora: Gloria G. Durán y Antonio A. García Programa: Radio Sicalipsis (un equilibrio inverosímil)
Resumen
En un abrupto cambio de siglo, que había comenzado allá por el 98 con la pérdida definitiva de nuestra proverbial grandeza, nació la sicalipsis. Nos vimos entonces enredados en un tiempo nuevo que se quería moderno. Un tiempo sofisticado, urbano y galante donde hombres y mujeres ensayaban novedosas coreografías de género (no exentas de pisotones y pasos en falso). Estas coreografías también parecían enredarse, mientras las mujeres se aligeraron de muchos mandatos de género, la...
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En un abrupto cambio de siglo, que había comenzado allá por el 98 con la pérdida definitiva de nuestra proverbial grandeza, nació la sicalipsis. Nos vimos entonces enredados en un tiempo nuevo que se quería moderno. Un tiempo sofisticado, urbano y galante donde hombres y mujeres ensayaban novedosas coreografías de género (no exentas de pisotones y pasos en falso). Estas coreografías también parecían enredarse, mientras las mujeres se aligeraron de muchos mandatos de género, la hombría se enrigidizó atascada en su propio laberinto. El discurso público se vio invadido por una exigencia de una masculinidad tacha. Cualquier signo de debilidad o ablandamiento era mal visto por los poderes fácticos. Como suele pasar cuando se nos exige algo, gran parte de los hombres decidieron jugar a contracorriente. Esto condujo a un periodo cultural sicalípticamente juguetón en el que las masculinidades se performaron hasta el delirio en un sentido y en su contrario.En este capítulo nos preguntamos precisamente por estos cruces entre hombría y sicalipsis de la mano (hablada) de Antonio A. García, sociólogo ordinario experto en esta cosa resbaladiza llamada masculinidad, y Gloria G. Durán, anfitriona de Radio Sicalipsis. En Masculinidades Sicalípticas ambos conversan, pasean, rescatan canciones, interpretan, declaman anuncios, leen novelas galantes y, sobre todo, rebuscan en los patios de butacas de los teatros de varietés, en los escenarios del cuplé y en sus sonados escándalos. Entre tanto material, el capítulo quiere dar cuenta de los hombres de la sicalipsis y sus cuitas en torno a los géneros. Sus desvaríos y sus miedos que, como veremos, no son tan ajenos a los nuestros. Repasando lo que quisimos ser encontramos pistas para establecer claro un paralelismo con lo que somos, lo que nos resulta tan inquietante como inevitable.La primera parte del capítulo, El vodevil de la hombría en las salas de varietés, desarrolla su idea central a través de un análisis de los espacios y los públicos de la sicalipsis: la economía de la masculinidad de principios de siglo se articula a través del miedo al contagio. Miedo a la neurosis y a la neurastenia, miedo a la sífilis, miedo a la epilepsia, miedo a que los muslos de La Bella Otero te dejen bizco, miedo a que todo se ponga patas arriba. ¿Son los miedos deseos soterrados? Envueltos en el celofán de la incipiente sociedad de consumo, los almizcles de importación y las fórmulas de farmacia nos servirán de vehículo para esta controversia. Cutis juveniles, perfumes embriagadores y cabelleras esplendorosas. Neurastenia y calvicie. Hombres blanditos por efecto de la electrizante vida urbana. Pastillas vigorizantes para masculinidades sin tacha. Gráficos sexuales. En fin, un auténtico vodevil de la hombría.La segunda parte, Desbordes a escena, nos invita a subirnos a las tablas de los teatros de la sicalipsis para repasar cómo estas tensiones y miedos, siempre cargados de crítica irónica, ocuparon a letristas, estrellas sicalípticas y maquietistas imitadores de estrellas. Transformistas, viajes en globo, coreografías más allá de los telones, locas de postín, melones estampillados camino de comisaría y escuelas de mujeres fatales: el cuplé como laboratorio de género. La estructura del escándalo sicalíptico sirve como excusa para detenerse en los sentidos que hicieron del teatro de varietés otra cosa. Mundos al revés, gritos de apio desde las butacas, requiebros ingeniosos y provocaciones de nuevo cuño. Colección de encarnaciones inverosímiles que ensancharon el mapa de lo posible. Ampliando las palabras de Álvaro Retana: la sicalipsis proponía un nuevo orden de las cosas luciendo escotes intrépidos, brazos desnudos amasados con nácar y rosas, piernas esculturales, anillosos talles de palmeras del oasis, y todo aderezado con movimientos de rotación y traslación capaces de intranquilizar al bombero de guardia. En definitiva, nos adentramos en esta conversación en una “varonilidad” digna de ser recordada para leer un hoy en clave sicalíptica, la del poderío frívolo del equilibrismo inverosímil.
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Nota de lenguaEspañol
EtiquetasMúsica, Historia
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