A finales de la década de 1980 el cómic español sufrió una fuerte crisis ante la confluencia de diversas problemáticas internas que enfrentaba el propio sector editorial, así como la consolidación de nuevas formas de ocio o los efectos de una fuerte recesión económica. Esta coyuntura llevó al cierre de numerosas cabeceras y la migración hacia otras profesiones. Tal panorama desolador no impidió que a principios de la década de 1990 se publicaran dos álbumes de autoría colectiva y de mensaje combativo en los que se volvían a denunciar los problemas de la mujer. Estas publicaciones fueron los álbumes Los derechos de la mujer (1992) y Cambio el polvo por el brillo (1993), cuya aparición no supuso ningún éxito comercial, pero contribuyó a implantar una semilla que años después eclosionaría en el desarrollo de diferentes movimientos críticos impulsados desde el mundo de la ilustración como, por ejemplo, la plataforma Wombastic (2014) o en el aumento del número de autoras que triunfan en el cómic y la novela gráfica actual.