Pedagogías colectivas y prácticas instituyentes. Residencias de investigación en el Museo Reina Sofía 2013

Javier Rodrigo Montero, Investigador y educador de Arte y coordinador del proyecto Transductores: La investigación que he estado llevando a cabo llevaba por título Pedagogías Colectivas y Redes Instituyentes y partía de una primera hipótesis o escenario de trabajo que era plantearnos hasta que punto las nuevas experiencias de trabajo educativo, de pedagogías colectivas, de producción de sabres colectivos, de algún modo están generando nuevas esferas de ciudadanía y al mismo tiempo están generando nuevas formas de pensar la institución, es decir, generar una práctica instituyente y poniendo sobretodo el énfasis, a lo mejor no tanto en modos o aproximaciones trabajados por otros marcos preferentes de la crítica institucional, tanto en lo que sería la institución cultural más clásica, o por otro lado la crítica institucional que viene más del posestructuralismo o de ciertas tradiciones, y pensar hasta que punto recuperar la educación popular y poner en primer plano la pedagogía crítica y la producción de saberes puede ser una forma en la que reformular y transformar una institución pública como puede ser una escuela, que es harto evidente, como la sanidad o como la institución cultural. Esto era un poco la primera hipótesis de trabajo.

Los objetivos

Lo que se pretendía era hacer dos tipos de trabajo de campo. Uno era más de contactos. Simplemente visitar gente, tener conversaciones informales con diversos escenarios y personas que nos parecía, por diversos motivos, que era interesante contactar con ellos, ya sean organizaciones informales pequeñas, proyectos más asentados, radios comunitarias, huertos, centros sociales o proyectos más formales. Esta sería la primera vertiente.
La otra, que nos parecía más interesante a largo plazo, era, de todo este abanico de escenarios, focalizar en cuatro o cinco colectivos con los cuales empezar a trabajar en situaciones de aprendizaje compartido a partir de construir con ellos mapas, como una herramienta que sería un dispositivo pedagógico. Es decir, construir un mapa pedagógico el el sentido, no tanto de un análisis intrínseco, sino de que puede dar al exterior la realidad política de ese colectivo, que sea un taller de mapeado con gente diversa que pueda generar una experiencia compartid y, sobretodo, que pueda generar ese saber pedagógico que tiene este tipo de colectivos.

La tipología de colecciones ha sido muy diversa y esto ha sido una especie de apuesta. No intentar centrar en un tipo de de colectivo específico, sino abrir el abanico a dos tipos.

- Unos más genealógicos o históricos que tiene una trayectoria más larga, incluso de cuarenta años como es la escuela popular de Prosperidad, o también en este sentido más histórico la escuela de animación sociocultural de la comunidad de Madrid que lleva casi tres o cuatro décadas, que surge al amparo de lo que es el Ayuntamiento de Madrid.

-Y ortro al mismo tiempo que existe este tipo de colectivos buscar otros colectivos que tiene un carácter más automatizado, más informal, más de red como puede ser Esta es una plaza, o el proyecto de Tejiendo Redes, en el cual la política se plantea más como nuevos escenarios de ciudadanía. De colectivos que se juntan y se replantean a si mismos que está pasando con la participación, con la ciudadanía, con otros modos de construir sobre lo común y en el que el componente educativo entendido como la construcción de saberes conjunta, es un elemento que va estructurando el proyecto o que tiene mucho peso.

Con Esta es una plaza veníamos trabajando con ellos, como Transductores, desde hace ya año y medio dos años. Les planteamos en una primera asamblea que queríamos hacer un mapeado colectivo con ellos, y ver de que manera se podía incluir eso en sus ritmos del día a día. A partir de dos o tres reuniones con personas que ejecutan el grupo de trabajo conmigo, se hace hace una convocatoria un sábado por la mañana, en el que se interpela al núcleo duro, al grupo motor que está llevando el proyecto desde hace tres años, y se intenta ver como una oportunidad para repensarse de otro modo. No mediante una asamblea, sino mediante un mapeado, coordinado por mi, entre comillas, para intentar representa el taller.

Se habla mucho de poder visibilizar cuales son los tiempos de la plaza de poder visibilizar cuales son los espacios de cultivo social o las redes invisibles que cuando uno entra en la plaza no ve, pero entiende que detrás hay todo un trabajo de cultivo. Y otra cosa bastante interesantes es que también tratamos de intentar generar con todos los grupos una idea fuerza, una imagen que sea orgánica, una imagen que genere una cosmovisión de la plaza, y que no sea una representación tan gráfica o una reproducción de escala uno a uno. Salen ideas como molino de agua holandés, salen ideas como la paella. A través de esas ideas confluye mucho la idea del agua, de la gestión del agua, de la vida; Esta es una plaza no deja de ser un jardín como espacio originario emergente. También han tenido un conflicto muy interesante durante tres años sobre cómo sacaban el agua, y cómo se proveía agua con el Canal de Isabel II, si utilizaban un depósito etc.
A partir de la metáfora del agua empezamos a pensar representar Esta es una plaza como si fuera una cuenca hidrográfica, con muchos ríos, entendiendo que cada proyecto o pequeña área es una especie de lago, de rio, de remolino, cómo van confluyendo y que estancamientos de agua hay, que zonas hay de sequedad etc.

Pepe Galdeano, Integrante de Esta es una plaza:
También nos ha servido para ver una perspectiva del proyecto desde otro punto de vista, como por ejemplo, que los puntos débiles pueden llegar a ser elementos potenciales de cambio. Y la de repensar la influencia que los distintos campos de acción que hay en este espacio, que tensiones son las que ejercen entre ellos y como se están relacionando entre sí.
Finalmente decir que coincidimos en lo que tiene que ver con las pedagogías colectivas y todo lo que este espacio puede suponer de de pedagogía colectiva y de participación ciudadana.

Roberta di Nanni, Integrante de Esta es una plaza: Esta es una plaza surgió en 2008. Surgió de una taller de la casa encendida donde un grupos de arquitectos llamado Urbanación presentó un taller de intervención temporal en espacios vacíos. A partir de ahí surgió un primer grupo motor que decidió quedarse en ese espacio después de la intervención de diciembre de 2008 para ir cambiando o evolucionando. Desde una intervención que debía ser personal se ha ido transformando en la idea de quedarse aquí y transformar este espacio para que pudiera ser un espacio colectivo en el barrio de carácter autogestionado y donde la participación de los vecinos fuera el elemento motor que tiene como su fulcro es espacio verde.

Javier Rodrigo Montero: Nosotros hablamos de pedagogías colectivas entendiendo que en ellas se aúnan diversas tradiciones de investigación como políticas. En un primer momento tenemos todo el marco de la educación popular, que fue muy importante en los años setenta y ochenta y ahora se está volviendo a reactivar. Pablo Freire, Freinet, La Escuela Moderna con Francesc Ferrer I Guàrdia, que de algún modo está reactivando el legado de lo que fue la Segunda República en el Estado español como movimientos sociales y otras formas de cooperativismo que vienen de Latinoamérica y que también de alguna forma se reactivan con las nuevas economías.
Al mismo tiempo está la influencia de otras formas emergentes de pedagogía. En nuestros caso nos interesan aquellas que beben mucho más del feminismo y la coacción popular que ponen en cuestión algunos de los modelos de Pablo Freire no para atacarlos, sino para generar una crítica constructiva y que casi está más a tenor o relacionándose con pensamientos poscoloniales, decoloniales, de feminismo de las inapropiadas, o que está trabajando desde la teoría fílmica y cuestionando algunos de los paradigmas más patriarcales o de mito que tienen algunas partes de la pedagogía o de la educación popular.
Y al mismo tiempo que se conjuga eso, también nos interesa mucho entender de algún modo que en este tipo de pedagogías colectivas se generan saberes que son saberes intangibles y que esos saberes
no son una pedagogía sino que son una forma política de estar en lo común. En este sentido nos interesan, sobretodo, ciertas aproximaciones desde las ciencias sociales o la antropología de compañeros que hablan de la teoría del “actor red” un "atar menor", una investigación que vaya mucho más a ver la infrapolítica, lo que sucede entre medias, lo que está oculto y pueda desvelar como eso son políticas donde se está fugando casi la realidad de los colectivos y que no se tiene tanto en cuenta el hito de la plaza como huerto sino toda la red de actores previas, toda esa especie de materia oscura que configura la relación de saberes y que da lugar en un omento dado a generar esa plaza.
Entones aunamos estas tradiciones de educación popular por un lado, de esta perspectiva más de aproximación feminista, y por otro toda la teoría de actor red y una antropología muy débil, sin partir de una posición fuerte sobre lo que es la ciudad o los colectivos sino entendiendo todo este tema de políticas más blandas.

Roberta di Nanni: Lo que aprendemos no se genera porque alguien que sabe pasa su conocimiento a alguien que se supone que no sabe, sino gracias al intercambio, una modo colectivo de aprender. A lo que tiende el espacio, no físico, sino afectivo, y social que tenemos aquí es tender a este tipo de aprendizaje. A veces lo logramos, otras veces no...

Pepe Galdeano: Una de las cosas que nos hemos dado cuenta es que se podría hablar de un tipo de creatividad que se da en este espacio que es distribuida, que como decía Roberta no consiste en que alguien sepa o se le ocurra una cosa, y la enseñe a los demás, sino que va sumándose con el aporte de todos y se va desarrollando. Este tipo de relación que se establece alrededor de esta forma de trabajar es lo que genera un tipo de aprendizaje colectivo donde quien sabe de alguna materia lo va desarrollando y sumando a lo que saben los demás. Y luego hay algo muy importante en cualquier tipo de pedagogía que es todo el componente afectivo, de espacio de relaciones, de espacio social fundamentalmente, de encuentro. Aquí se viene a tener un tipo de ocio activo no consumista muy alternativo, donde se puede venir a disfrutar y a relajarse, pero fundamentalmente nos movemos así, en estas dinámicas.

Javier Rodrigo: Nosotros partimos de la situación de que una pedagogía crítica juega una tensión porque en el fondo no puedes plantearte desde la situación de que vas a dar dar voz a un sujeto. Porque dar voz a un sujeto implica que piensas que esa persona es una voz única, que tiene una identidad única, y lo más importante para nosotros no es tanto dar voz única, sino construir una coral que sea diferente.
No es tanto grabar a alguien en la radio para concienciarte y sacar tu voz a lo público, sino construir una radio conjuntamente, investigando conjuntamente como generar un dispositivo, no tanto para da voz a un tercero, sino para que emerja nuestra voz y nuestros cuerpos situados.
Esto es muy interesante porque implica dejar de ser un espectador pasivo, y un cuerpo que alguien coge y da voz, y empezar a pensar: “construyamos entre todos un espacio en que poder ser cuerpos, poder tener voz, y poder hablar entre todos y hablar entre todos como nos hablamos y como nos hablará un tercero y podremos comunicarnos”.
Y esto es lo que perspectivas feministas le han criticado a Freire: qué es muy interesante el fenómeno de la concienciación pero al mismo tiempo tiene un punto de paternalismo porque parece que siempre el profesor o el educador crítico da voz al otro.... lo que es La Pedagogía del oprimido, que el oprimido está aquí y yo tengo que usar mecanismo para concienciarle y para sacarle de allá, y la pregunta sería “¿Y si en vez de haber una relación tan vertical en que alguien da voz al otro de forma paternalista, trabajamos conjuntamente para ver que voces tenemos, como aprendemos conjuntamente, y como podemos construir experiencias de conocimiento propio.

Podemos hacer una genealogía interesante que surgió en el taller que hice con la escuela de socio-animación cultural. Entonces una cosa muy interesante es que ellos veían como la cultura de la plaza de alguna forma replicaba ese modelo de forma experimental, en otro sentido, y configuraba una apuesta por generar una experiencia común articulando unos saberes y unos cuerpos en un espacio público. Veían como ese tipos de metodología que venía del cooperativismo, de la educación popular, de los movimientos antiglobalización, había tenido cuerpo.
Entonces yo creo que la toma de las plazas, y la distribución de las plazas hacia todo el trabajo más barrial, que es lo más interesante, cuando las asambleas se redistribuyen y se diluyen y empiezan a trabajar articulándose, yo creo que en el fondo es deudor, y al mismo tiempo, está influenciándose por iniciativas emergentes de ciudadanía como puedan ser Esta es una plaza, El campo de Cebada. Al mismo tiempo, creo que lo interesante sería comprender que en esos espacios de ciudadanía, también se está haciendo cultura. Que la cultura ya no es una especie de estrato separado que trabaja en el museo y en la caja blanca, sino que en el fondo se está generando otro tipo de cultura donde se articulan artistas, donde se trabaja con activistas, con ecologistas.
Y yo creo que ese experimento que es super-híbrido, lo que nos está demostrando en el fondo es que hay una especie de explosión de la producción cultural y que a lo mejor ya no tiene sentido contenerla sectorialmente o hacer un debate sobre si es necesario el artista o no, sino si estos son los espacios donde se está produciendo otro tipo de cultura, que no es una cultura decimonónica, sino que tiene que ver más con la cultura sobre algo común y además muy situada, desde abajo y muy relacionada con diferentes actores.