La actividad de Carlos Franco (Madrid, 1951) como grabador se ha desarrollado en un ámbito muy restringido y manifestado incluso a través de encargos privados, por lo que no es muy conocida por el gran público, con excepción de sus ilustraciones al aguafuerte para la Eneida de Virgilio. La inclusión de un gran cuadro del artista en esta exposición en la Abadía de Santo Domingo de Silos tiene como objeto poner de manifiesto la coincidencia entre su pintura y su obra gráfica, no sólo por razones temáticas o estilísticas, sino también por razones técnicas o procedimentales, además de materiales. Esta coincidencia no se limita a la superposición de procedimientos, sino a una actitud más intrigante, y eventualmente más perturbadora, respecto al trabajo artístico, que se entiende como inacabable, de acuerdo con una nueva y radical asunción del "non finito" clásico, y que se esfuerza además en dejar alguna huella de cada una de las decisiones que ha ido tomando, para conformar de esta manera una secuencia de fases, insinuadas tanto en la superficie como en su profundidad.
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