Un recorrido de Jorge Ribalta
El movimiento de la fotografía obrera fue una constelación de iniciativas fotográficas orientadas a la auto-representación de los trabajadores, a través de la promoción de un amateurismo político. Las asociaciones de “foto-corresponsales obreros” que se formaron en Europa y América estaban vinculadas a las redes del movimiento comunista internacional, particularmente al conglomerado mediático de Willi Münzenberg, que publicaba las revistas Arbeiter Illustrierte Zeitung (AIZ) y Der Arbeiter Fotograf. En la URSS, el principal promotor fue Mijail Koltsov, periodista innovador y promotor de la revista Sovetskoe Foto a partir de 1926, órgano del fotoperiodismo soviético y del movimiento amateur organizado
El inicio del movimiento está en la convocatoria publicada en AIZ en marzo de 1926, solicitando aportaciones a los lectores, y que conminaba a “capturar la belleza del trabajo y los horrores de la miseria social”.
Artworks
En septiembre de 1931 apareció en AIZ el reportaje sobre la familia Filipov, 24 horas en la vida de una familia obrera en Moscú, la producción emblemática de la fotografía obrera. El foto-ensayo fue realizado por un equipo de tres fotógrafos soviéticos y mostraba la vida cotidiana de los miembros de la familia a lo largo de un día. Fue publicado en diciembre en Proletarskoe Foto, con otra estructura y con un debate sobre la recepción del reportaje en Alemania. El grupo de fotógrafos obreros de Berlín realizó su versión, “Los Filipov alemanes”, publicado en AIZ en diciembre de 1931, y centrado en la familia de un obrero de la construcción de Berlín.
El movimiento se multiplicó en los primeros años treinta en Holanda, Francia, Checoslovaquia, Hungría, Austria, Polonia, Francia, Inglaterra y Estados Unidos. Con la llegada de Hitler al poder en 1933, se desplazó la actividad de Berlín al Paris del Frente Popular. El momento final del movimiento tuvo lugar con la Guerra Civil española, en donde confluyeron una parte importante de sus protagonistas, como M. Koltsov, Joris Ivens, Walter Reuter o Tina Modotti.
Años más tarde, en los primeros setenta, se inició una recuperación de la memoria de la fotografía obrera en Alemania Occidental, con la publicación de la revista Arbeiterfotografie en 1973, y la organización de congresos nacionales. El círculo londinense de Jo Spence y el Photography Workshop fue el primero en hacerse eco de la nueva actividad alemana, así como el grupo de San Diego en torno a Allan Sekula y Martha Rosler. El texto programático para estas nuevas prácticas fue el artículo firmado por Allan Sekula, “Desmantelar la modernidad, reinventar el documental” (1978). En los setenta, la historia de la fotografía obrera fue uno de los desencadenantes de una nueva concepción de la cultura documental como crítica del arte moderno en la que aún nos encontramos.